Educar es un proceso complejo. Involucra diferentes actores, personajes y variables. Sin embargo, la realidad intrínseca de esta actividad no ha cambiado desde los antiguos griegos. Ellos llamaban a la figura del maestro «paidagogos». Éste era el servidor quien conducía a los jóvenes a la escuela. Siguiendo este lineamiento educar sería un proceso de acompañamiento en donde el maestro guía al alumno para alcanzar su objetivo. 

Ahora bien, a través de los siglos las maneras de concebir los procesos de enseñanza fueron cambiando según las épocas y los personajes en cuestión. Desde épocas medievales la educación musical se realizó a través de la transmisión oral, de generación en generación. Un ejemplo claro fue la transmisión del llamado Canto Gregoriano o Canto llano. Previo a la invención de la escritura musical, se presume que cada monje en una abadía de Europa podía memorizar hasta dos mil cantos. Podemos entonces preguntarnos ¿Cómo fueron estos procesos de enseñanza y aprendizaje? 

Un claro ejemplo de la transmisión de los procesos de enseñanza musical fue la familia Bach. Doscientos años de músicos que dieron a la historia el más grande contrapuntista, Johann Sebastian.

Ya a comienzos del siglo XIX el pedagogo suizo Henry Pestalozzi decía que una buena educación musical debía educar la inteligencia, el corazón y la mano. La educación por lo tanto debía ser un proceso integral. 

La educación sufrió cambios importantes luego de la Revolución Industrial donde se educaba al joven para la fábrica. Trabajos uniformes en tiempos estipulados. Se crea así la escuela moderna con sus estructuras edilicias imponentes.

Atravesado el siglo XX, la sociedad posmoderna hace del hombre un ser especializado. Surgen áreas del conocimiento no conocidas hasta el momento. La ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados. Todos estos fenómenos impactarán de lleno en cambios sociales, algunos abruptos. Para ello debemos estar preparados y actualizarnos constantemente.